Plásticos para alimentos: ¿es posible?
En los últimos años, la seguridad de los envases plásticos empleados para contener alimentos se ha convertido en un tema de gran relevancia. La preocupación general se centra en que determinados plásticos, si no están fabricados correctamente, pueden liberar sustancias químicas nocivas al entrar en contacto con los alimentos. Este riesgo aumenta bajo ciertas condiciones como la exposición a altas temperaturas, o durante períodos de almacenamiento prolongados. Por eso, se han implementado normativas estrictas y certificaciones de calidad a nivel global para asegurar que los envases plásticos sean seguros para el consumo humano y no representen un peligro para la salud.
Consecuencias de usar envases plásticos no seguros
Siguiendo lo mencionado con anterioridad, el uso de envases plásticos de baja calidad o no aptos para el contacto con alimentos conlleva riesgos considerables que pueden afectar directamente la salud de las personas. Uno de los peligros más importantes es la contaminación química por la liberación de compuestos peligrosos como el bisfenol A y los ftalatos, los que migran a los alimentos y son químicos asociados con graves problemas de salud, incluyendo desórdenes endocrinos, mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer y dificultades reproductivas.
Al mismo tiempo, los plásticos de mala calidad pueden también tener reacciones químicas con los alimentos, especialmente con aquellos que son grasos o ácidos, lo que puede producir la descomposición del envase y la contaminación del contenido. Es un fenómeno que se acelera cuando los envases se calientan, por ejemplo, en microondas.
Otro riesgo es la degradación física del envase, lo que puede generar pequeñas partículas plásticas que terminan en los alimentos. La ingesta de estos microplásticos es un área de investigación activa para determinar su impacto a largo plazo en la salud humana. Por último, la migración de estas sustancias tóxicas es especialmente preocupante en alimentos líquidos como bebidas o aceites.
¿Cómo son los plásticos aptos para alimentos?
Con el objetivo de garantizar la seguridad, la industria alimentaria emplea plásticos específicos que han demostrado ser seguros y estables. Entre los más comunes podemos destacar el HDPE (Polietileno de alta densidad), el PET (tereftalato de polietileno) y el PP (polipropileno). El primero es más rígido y opaco, con alta resistencia a temperaturas y químicos, por lo que es una buena opción para lácteos y alimentos sólidos. El PET, por su parte, es ligero y transparente, muy resistente, ideal para bebidas y alimentos líquidos debido a que es impermeable a gases. Y, por último, el PP es versátil y resiste altas temperaturas, lo que hace que se utilice con frecuencia para envases que se pueden calentar en microondas, al tiempo que es resistente a grasas y aceites.
Los tres materiales mencionados comparten tres características fundamentales. Por un lado, no son reactivos, lo que quiere decir que no interactúan químicamente con los alimentos, manteniendo intacta su composición original. En segundo lugar, no liberan sustancias tóxicas en condiciones normales de uso, lo que evita que los alimentos resulten contaminados. Y, finalmente, no alteran ni el olor ni el sabor o la composición de los productos, preservando su calidad organoléptica. Por eso, son estos los plásticos que se pueden utilizar en la industria alimentaria.